Desde niño quede maravillado al observar la naturaleza, sobre todo la primera vez que vi microorganismos por un microscopio. Me sorprendió contemplar tanta vida que escapaba a mi vista.

sábado, 4 de mayo de 2013

EL CONCEPTO DE EVOLUCION EN ANTROPOLOGIA SOCIAL Y CULTURAL: UNA HISTORIA DE ENCUENTROS Y DESENCUENTROS

El debate sobre la aplicación del concepto de evolución en el estudio de las sociedades humanas remite, en última instancia y más allá de la cuestión ideológica, a la dicotomía naturaleza-cultura que marco en su día la delimitación entre las humanidades y las ciencias sociales  por una parte, y por otra, las ciencias de la naturaleza. Sin embargo, creemos que hoy día es posible y necesario una superación de tal dicotomía y un trabajo conjunto ( transdisciplinar ) entre ciencias sociales, humanidades y ciencias de la naturaleza.

Para tener constancia de estos desencuentros, es necesario remitirse a los orígenes de las disciplinas humanas y sociales, y en qué contexto se desarrollan. Además de las relaciones que han tenido con las ciencias de la naturaleza.
Tendremos en cuenta, además del contexto socio-político y económico, el desarrollo teórico por parte de los autores pioneros en el estudio de la evolución de las sociedades y las culturas: H. Spencer, L.H Morgan y B.E Tylor. También los desarrollos teóricos críticos frente al evolucionismo social de estos primeros autores, en particular la escuela boasiana. Y por último, los desarrollos posteriores que han recuperado el concepto de evolución, sobre todo lo que vino a llamarse ecología cultural. Para esto nos basamos en la obra de Ubaldo Martínez Veiga: “ Historia de la Antropología. Formaciones socioeconómicas y praxis antropológicas, teorías e ideologías”.

Por otra parte, nos plantearemos si sigue siendo necesario este debate y hacia donde nos debería conducir. Para esto último, nos basamos en la obra de Laureano Castro Nogueira, Luis Castro Nogueira y Miguel Angel Castro Nogueira: “ ¿ Quién teme a la naturaleza humana?”. Los autores hacen un repaso crítico de la relación que las humanidades y las ciencias sociales han tenido con las ciencias de la naturaleza. En particular, proponen la recuperación en las humanidades y las ciencias sociales del concepto de naturaleza humana, a la luz de los últimos avances en ciencias del comportamiento, ciencias cognitivas y biología evolucionista.
Las Ciencias sociales, entre ellas la Antropología social y cultural surgen y se consolidan como disciplinas científicas en el contexto colonial, de consolidación y expansión del capitalismo. El sesgo ideológico que acompañará en aquella época, tanto el desarrollo teórico en las ciencias sociales como en las ciencias de la naturaleza, estará impregnado de ideas racistas y clasistas que buscaran la justificación de la desigualdad y la expansión colonial. Así hallaremos un darwinismo social, que amparándose y reinterpretando para sus propios intereses conceptos postulados por Darwin en su estudio de la evolución, justificarán la explotación y la desigualdad social, alegando que responden a las propias leyes de la naturaleza donde sobreviven los más aptos y mejor dotados. Los estudios en evolucionismo social, por otra parte, carecerán por aquel entonces de las herramientas conceptuales para articular el estudio de la evolución a las sociedades humanas y la cultura, dando lugar a un evolucionismo unilineal, excesivamente rígido, que abusará en exceso del método comparativo, generalizando y desatendiendo la particularidad y diversidad sociocultural. Además reproducirá el sesgo ideológico del colonialismo que consideraba a los pueblos colonizados como inferiores y menos evolucionados que la sociedad civilizada occidental ( más evolucionada y supuesta meta de la evolución social ).

En cuanto al aspecto teórico y metodológico, vemos que las Ciencias sociales para definir su objeto de estudio se vieron obligadas, de alguna manera, a distanciarse de otras áreas científicas que ya estaban más consolidadas e institucionalizadas, como la filosofía, la psicología y la biología. En este contexto se producirá una separación radical de lo social y cultural con respecto a la naturaleza y la biología. El ejemplo paradigmático es el de uno de los padres fundadores de la sociología, E. Durkheim, que entenderá lo social ( a través de su concepto de hecho social ) como una cosa, una realidad externa y coercitiva que se impone a los individuos. Con el desarrollo en lo sucesivo de la antropología social y cultural sucederá algo parecido cuando se delimite y defina la cultura como objeto de estudio. En lo sucesivo caminaran por separado las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales.
Sin embargo, esta separación no ha dejado de hacerse presente en la antropología social, ésta se ve reflejada en las tensiones teóricas y metodológicas que han acompañado a la disciplina hasta nuestros días y que han resultado ser irresolubles, a no ser que se enfoquen de otra manera. Nos referimos al par individuo-sociedad, naturaleza-cultura, materialismo-idealismo, individualismo metodológico-holismo, agente- estructura, relativismo-universalismo. Incluso aparece la tensión reflejada en el debate en torno si se debe o no considerar ciencia a la antropología social.

Así vemos como las ciencias sociales y las humanidades conviven bajo un modelo teórico o paradigma, que las mantiene a cierta distancia prudente con respecto a las ciencias de la naturaleza, por diversos motivos, entre ellos, tal y como señalábamos, razones morales que no dejan, en cierta manera, de estar justificadas. Podemos destacar como característica de este paradigma, justificable en sus inicios por aquella necesidad de delimitar y hallar un objeto de estudio en competencia con la psicología y la biología, la consideración de las estructuras particulares de cada cultura como realidades sui generis, dotadas de la capacidad de organizar las mentes y la vida social, atendiendo muy poco a los mecanismos psicobiológicos presentes en los individuos.
Pensamos que el puente que nos permite transitar desde la naturaleza a la cultura y viceversa, es el concepto de evolución, y, tal y como nos proponen los hermanos Nogueira, la recuperación, para las ciencias sociales y las humanidades del concepto de naturaleza humana. En las últimas décadas ha habido muchos avances en áreas o disciplinas como las ciencias cognitivas, la biología evolucionista, la psicología evolucionista, teorías de la co-evolución gen cultura. Todas ellas reabren el debate desde el punto neurálgico de la evolución y apuestan por establecer un dialogo y trabajo común entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias sociales. Consideramos que la Antropología social tiene mucho que decir como disciplina que ha abordado el estudio etnográfico de la evolución de las sociedades y culturas humanas. Sobre todo desde los estudios que se desarrollaron a partir de J. Steward, L.White, M. Harris,  entre otros, que revitalizaron el concepto de evolución después de que fuera duramente criticado y casi abandonado.

Si bien, sobretodo después de las corrientes teóricas del posmodernismo, el concepto de evolución ha tenido poco protagonismo en la antropología social, no ha dejado de estar presente y abrirse paso a través de grupos de investigadores que pudiéramos ubicar en lo que vino a llamarse la Ecología cultural.
No obstante, dicha integración no es una tarea sencilla para las ciencias sociales y en particular la antropología social, exigen una redefinición de la disciplina y una re conceptualización teórica y metodológica. Estamos de acuerdo con los hermanos Nogueira ( 2008:24 ): “ para poder incorporar los resultados de la investigación naturalista a sus propias indagaciones, las ciencias sociales deben afrontar una profunda re conceptualización que ha de extenderse desde sus compromisos ontológicos a sus herramientas técnicas, pasando por todos los niveles de complejidad teórica y metodológica. Se dirá que una propuesta como esta no es más que un nuevo intento de subordinar y reducir las ciencias humanas o sociales a las ciencias de la naturaleza, una reedición de las ambiciones imperialistas del positivismo naturalista. Indiscutiblemente, en cualquier programa integrador late siempre algo de esto y cualquiera que se tome la molestia de leer a quienes trabajan en estos campos fronterizos podrá encontrar ejemplos de esa naturaleza. Sin embargo, quien se tome la molestia de leerlos también encontrará, con toda certeza, razones suficientes para convencerse de que una tarea así es necesaria e irrenunciable. Las ciencias sociales y las humanidades no pueden seguir soportando sus modelos teóricos sobre construcciones especulativas de la naturaleza humana.”

Hemos tratado de mostrar como tras las  duras críticas y reticencias, en algunos aspectos justificadas, que recibió el evolucionismo social durante el nacimiento de la disciplina se ocultaba una cuestión epistemológica que remite a la posible integración de las ciencias sociales en un programa naturalista que aborde el estudio del ser humano. También, como por motivos del contexto en el cual se desarrolla la disciplina y razones morales, no es posible esta integración.
Sin embargo, los nuevos contextos, pensamos que van en la línea de favorecer un mayor dialogo e integración entre las disciplinas, se necesitan las unas a las otras. La antropología necesita nuevas herramientas conceptuales, ya no tiene sentido tratar de explicarse la realidad sociocultural de espaldas a los nuevos conocimientos que del individuo tenemos a partir de la psicología, neurociencias, biología. Curiosamente estos nuevos desafíos vienen de la biología y psicología evolucionistas, lo cual indica el papel relevante del concepto de evolución. Pensamos que son nuevas oportunidades para el encuentro con las ciencias de la naturaleza, que pude ser muy enriquecedor tanto para ellas como para las ciencias sociales, las humanidades, y en particular la antropología social y cultural.

 




 

 

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