Desde niño quede maravillado al observar la naturaleza, sobre todo la primera vez que vi microorganismos por un microscopio. Me sorprendió contemplar tanta vida que escapaba a mi vista.

domingo, 25 de agosto de 2013

DOLORES TRISTES E INTENSOS

Me lo encontré una tarde en un bar, le mire a los ojos y me vi. Sentí un escalofrío que recorrió mi espalda. Aquella sensación tan extraña me dio el coraje necesario, ese mismo que muy pocas veces he vuelto a tener para seguir mirando y escuchado, queriendo saber más sobre aquel triste e intenso dolor. También pude saber y sentir mi propio e intenso dolor. Jamás he vuelto a sentirme más vivo como en aquella ocasión en la que no tenía que huir de la tristeza ni ocultarla. Encontré a alguien lo suficientemente "débil" como para hacerse cargo del sufrimiento que desde niño hallo a su alrededor.

Nos alegremos y sentimos juntos una sensación cálida y humana. Pablo y no el "yonqui", el "débil" o el "perdedor" hablo conmigo, Raúl, el que puede ser en muchas ocasiones todo aquello que los demás decidan ver y nombrar. Al igual que Pablo. Pero en aquella ocasión no fui, simplemente acontecí, me deshice en la cálida sensación de ser reconocido y reconocerme en otro ser humano.

Hablamos sobre lo dura y cruel que podía ser la vida para muchas personas, simplemente por haber nacido en un determinado lugar. Sentimos la impotencia, el dolor, el sufrimiento que otros muchos padecen, y no solamente Pablo y yo. Pablo no entendía como era que los demás a su alrededor hacían como si no pasara nada. Parecía ser que aquel sufrimiento no era real. Como si fuese una fantasía o ficción que los dos nos empeñábamos en reproducir. Darle existencia y que cobrara vida ante los ojos de todos aquellos empeñados en vivir de espaldas al sufrimiento.

Resulto ser que nadie quería sufrir, para eso ya estaba Pablo y otros muchos llamados, de forma despectiva, " yonquis". Nadie quiere perder, ese lugar estaba destinado para unos pocos que, o bien aceptaban su posición con resignación y se sobreponían al dolor siendo más "fuertes". O bien, como Pablo y yo en aquella ocasión, lo asumían, vivían y hacían propio, obteniendo como resultado el desprecio por parte de todos aquellos empeñados en omitir el sufrimiento. El resultado de vivir algo que los demás se empeñan en negar acaba siendo la soledad y el abandono. Lo cual acaba por dar cabida a los sentimientos de culpa y vergüenza. Sentir cosas de las cuales nadie quiere saber nada, lleva inevitablemente a sentir vergüenza y culpa por sentir lo que se siente. Y en definitiva por ser uno mismo. Supongo que cuando aquel dolor "negado" fuese tan triste e intenso, es cuando Pablo buscaba el caballo y galopar para huir de un mundo ciego y mudo ante el sufrimiento.

Pablo me regalo una cinta de cassete con temas de Paco Herrera. No lo volví a ver pero estoy seguro que allá donde se halle no estará solo, ni  él ni nadie se lo merece.


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